‘Vacunarse también salva campañas’
La palabra vacunación tiene, principalmente, una interpretación médica, aunque eso todos y todas ya nos lo sabemos de memoria por los tiempos que estamos viviendo. La pandemia de la COVID-19 ha hecho que la palabra vacunación sea trending topic en nuestro país y en el mundo. Sin embargo, lo que puede que no todo el mundo sepa es que el concepto de vacunación se aplica con gran relevancia en política, concretamente, en la estructuración del mensaje del candidato o la candidata.

En una campaña, lo más importante es tener un buen mensaje: único, claro, conciso, convincente y persuasivo, características clave para que nuestra campaña sea capaz de conectar con el público y motivar a la movilización. Pero, además de estas propiedades del mensaje ideal, hay que pasar por tres fases de construcción: el estudio de nuestras fortalezas y debilidades, el estudio de las fortalezas y debilidades de nuestro o nuestra oponente, y la identificación de puntos fuertes propios que se correspondan con debilidades de nuestro o nuestra contrincante.
A la hora de llevar a cabo esas fases es importante tener en mente el cuadro de Tully (Tully Box), que contiene 4 divisiones que hacen referencia a (1) lo que decimos sobre nosotros o nosotras mismas, (2) lo que decimos sobre el o la oponente, (3) lo que el o la oponente dice de nosotros, (4) y lo que el o la oponente dice de sí mismo. Es aquí donde entra en juego la estrategia de la vacunación, que hace referencia a, una vez analizado nuestro o nuestra oponente y sus posibles líneas de campaña negativa, identificar los ataques que realizará contra nuestro o nuestra candidata y vacunarse frente a ellos.
Para ilustrar mejor esta estrategia, enumeraremos tres de los más claros ejemplos de acciones de vacunación:
- Franklin D. Roosevelt
Como actualmente sabemos, el trigésimo segundo presidente de Estados Unidos iba en silla de ruedas por estar paralizado de cintura para abajo a causa de la polio. No obstante, este hecho era desconocido en su momento, puesto que en todas las apariciones públicas de Roosevelt aparecía sin silla de ruedas y de pie, ya fuera aguantándose por unas muletas que no pudieran apreciar el público o sostenido por ayudantes suyos. La voluntad de ocultar su invalidez llegó hasta el punto de utilizar un andén privado del que disponía el Waldorf Astoria, un lujoso hotel de Nueva York, para acceder directamente desde su tren hasta su suite por un ascensor secreto, para así no ser visto.
Pero, ¿por qué ocultar la silla de ruedas? A Roosevelt le tocó dirigir la nación estadounidense durante dos de las décadas más difíciles de su historia: la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. En ambos periodos, el pueblo necesitaba una figura presidencial fuerte y segura, una imagen que no hubiera transmitido yendo en silla de ruedas y que, por supuesto, sus contrincantes hubieran aprovechado.
- John Fitzgerald Kennedy
Siguiendo con otro presidente de Estados Unidos, el carismático JFK siempre tuvo una salud frágil. Este delicado estado de salud era incompatible con la imagen pública que quería proyectar: la de un hombre enérgico, fuerte y con vitalidad. Kennedy, incluso en momentos tan trascendentales para Estados Unidos como la guerra de los misiles, dependía de inyecciones y pastillas para levantarse de la cama, estar de pie o caminar, algo que no se supo hasta mucho más tarde.
¿Por qué no se supo? Porque Kennedy fue vacunado. En todas sus apariciones públicas estaba erguido y firme, gracias a la ayuda de sostenerse en los atriles. Incluso, en el famoso primer debate televisado frente a Nixon, pese a que el entonces vicepresidente había sido recién operado de una pierna y fuera sin afeitar por no conocer aún el funcionamiento de la televisión, este tuviera mejor salud que un joven y acicalado Kennedy.
Esa imagen de firmeza, a la vez que felicidad, y de energía le acompañó siempre: fotos jugando al fútbol americano, imágenes lanzando a sus hijos al aire o corriendo por la playa, o instantáneas que muestran a un Kennedy familiar y paternal dentro de un matrimonio feliz. Esta era la imagen que Kennedy quería proyectar y que, de hecho, logró exhibir, lo que distaba mucho de la realidad, puesto que el trigésimo quinto presidente de Estados Unidos no era enérgico, ni vital, ni familiar, ni poseía la fortaleza que proyectaba.
- Nicolas Sarkozy
Volando hacia Europa encontramos otro ejemplo muy curioso de vacunación: los zapatos con alza de Sarkozy. El que fuera presidente de la República Francesa siempre ha maniático con su altura al igual que un compatriota que da nombre a este hecho :el complejo de Napoleón. Si esta acción se trata más bien de una inseguridad de Sarkozy o de una estrategia de vacunación no se puede saber con seguridad, pero es evidente que la altura del ex presidente iba a afectar a su presidenciabilidad, no solo por la altura en sí, sino por la falta de autoestima que podría haber generado en el candidato, por lo tanto podemos interpretarlo como una acción de vacunación.
Nicolas Sarkozy mide 1,66 metros, nueve centímetros menos que su mujer, Carla Bruni, por lo que si ella acudía a los actos públicos en zapato plano y él iba en zapatos con un tacón que le elevaba siete centímetros, la diferencia de altura no era tan notable. El problema era cuando se reunía con figuras como Obama, quienes proyectaban una imagen de poder y seguridad en cierto modo también por su altura y su constitución física, o el primer ministro británico Gordon Brown, superando ambos el 1,80 metros. Estamos, por lo tanto, hablando en este caso de una estrategia de vacunación no del todo eficiente, sobre todo teniendo en cuenta que, a diferencia de los dos casos anteriores, todo el mundo sabía de los tacones de Sarkozy.
La estrategia de vacunación, pese a que los tres ejemplos que hemos expuesto han sido referidos al físico del candidato o candidata, pueden ir dirigidas a cualquier otra debilidad que consideremos puede hacer daño a nuestro o nuestra aspirante, como el ejemplo de Adlai Stevensson, candidato demócrata frente a Eisenhower en 1952 y 1956, quien estando divorciado intentó vacunarse de los posibles ataques de su rival intentando dar imagen de hombre familiar de otros modos, por ejemplo protagonizando un spot con la mujer de su hijo en el que le ayudaba a sacar del coche las bolsas de la compra del supermercado.
La vacunación es, por tanto, una estrategia que puede funcionar en mayor o menor medida, pero que siempre es necesaria para neutralizar la campaña negativa de nuestro o nuestra oponente, defendiéndonos y anticipando los ataques rivales, con lo que conseguiremos maximizar nuestros resultados y alcanzar nuestros objetivos.

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