La poesía: arma cargada de futuro en los discursos políticos
“Venceréis, pero no convenceréis”, contestó Unamuno ante los gritos de «¡Mueran los intelectuales!», «¡Muera la inteligencia!» y «¡Viva la muerte!» de José Millán-Astray en 1936.
Desde antaño, las plazas, los foros, los paraninfos, los congresos o los lugares de cierta envergadura política se han convertido en un desfile de sabiduría e intelectualidad. Verborrea prolija y cuidadosa. Palabras que entran con calzador o sin él. Metáforas abiertas y trabajadas. Versos meticulosos y directos. En definitiva: poesía.

Y qué es poesía, decía Gustavo Adolfo Bécquer. Y, aunque todavía nos lo sigamos preguntando, ya son muchos los políticos y políticas que, en sus discursos, han querido introducir la belleza de lo cotidiano para acercarse a la ciudadanía. Para que el mensaje cale profundamente. Para que una sensibilidades. Porque, nada llega más, que plantear reflexiones y cuestionamientos, a través de la emoción.
Martin Luther King, Barack Obama, Biden, Ximo Puig, José Mujica, Irene Montero o Sofía Castañón, son solo algunos ejemplos que hacen visible la importancia y el peso del lenguaje en los discursos.
Todo el mundo recuerda la fuerza con la que Luther King luchó contra el racismo en esos versos que repetían “I have a dream”, versos que, a día de hoy, siguen teniendo la misma o incluso más solidez que cuando se escucharon por vez primera. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño.
Siguiendo en la línea de Estados Unidos, Barack y Michelle Obama, también han sido partidarios de incluir el lenguaje poético en sus discursos, sumado a un ritmo y una cadencia propios de la poesía. «La historia que me ha traído a este escenario hoy, es la historia de generaciones de personas que sintieron el último latigazo de la esclavitud, la vergüenza de la servidumbre, el aguijón de la segregación, pero que siguieron luchando y esperando y haciendo lo que tenían que hacer para que hoy, yo me despierte cada día en una casa construida por esclavos», decía Michelle Obama. En cuanto a Barack Obama, el número Spring de 1981 de la revista Feast, ya publicó dos de sus poemas Pop y Subterráneo, por lo que no era de extrañar que utilizara este medio artístico en sus discursos. “No hay muro que resista ante los anhelos de justicia, los anhelos de libertad, los anhelos de paz que arden en el corazón de los seres humanos”.
Amanda Gorman, poeta y activista estadounidense, fue una de las protagonistas de la investidura presidencial de Joe Biden el 20 de enero de 2021, rescatando versos como “De alguna manera hemos resistido y presenciado / una nación que no está rota / pero simplemente inacabada / Somos los sucesores de un país y un tiempo / Donde una delgada chica de raza negra / descendiente de esclavos y criada por una madre soltera / puede soñar con ser Presidente / y encontrarse recitando para uno. / Y si estamos lejos de ser perfectos”.
En España, políticas como Irene Montero han utilizado la poesía con el objetivo de desmarcar al adversario. En este caso, fue un poema de la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi, en el que hablaba de la familia para dirigirse a la diputada Macarena Olona. “Podríamos hacer un niño y llevarlo al zoo los domingos / Podríamos esperarlo a la salida del colegio / Él iría descubriendo en la procesión de nubes toda la prehistoria / Podríamos cumplir con él los años / Pero no me gustaría que al llegar a la pubertad un fascista de mierda le pegara un tiro”.
Sofía Castañón, Coordinadora de Podemos Asturias y Secretaria de Culturas Podemos, recitó en el parlamento, un poema de Marcos Ana, militante comunista que se convirtió en preso político del franquismo. “Al mundo le dejo todo / lo que tengo y lo que siento / lo que he sido entre los míos / lo que soy, lo que sostengo / una bandera sin llanto / un amor, algunos versos..s / y en las piedras lacerantes / de este patio gris, desierto / mi grito, como una estatua terrible y rota, en el centro”.
Ximo Puig, también ha planteado, en varias ocasiones, discursos cargados de referencias a algunos de los autores que más han influido en su pensamiento como Miguel Hernández, Ausiàs March, José Saramago , Franco Battiato o Cynthia Ozick. «Soy nieto de un hombre que, al presentir la muerte, bajó al huerto y fue a despedirse de los árboles que había plantado y cuidado, llorando y abrazándose a cada uno de ellos, como si de un ser querido se tratara».
Y, por último, José Mujica, también es uno de los políticos que acostumbra a incluir el lenguaje poético en sus discursos. Uno de los más recordados es el que realizó durante el debate general de la 68 Asamblea General de Naciones Unidas en la sede de esta organización en Nueva York. «Soy del Sur y vengo del Sur a esta asamblea / Cargo con los millones de compatriotas pobres en las ciudades, páramos, selvas, pampas y socavones de la América Latina, patria común que está haciéndose».
Como hemos comprobado, el uso de las metáforas, las imágenes y la poesía es un activo presente en los discursos políticos. Esto no quiere decir que sea decisión de los políticos o políticas de turno porque, como bien sabemos, detrás se encuentra una mano asesora encargada de capturar los valores, las prioridades y las frases dardo para reflejarlas en los discursos y conseguir que el mensaje penetre con más fuerza.
Asimismo, no es casual el uso de las artes en los discursos, ya que, el arte, y, en este caso, la poesía, en algunas ocasiones, se ha convertido en una forma de adoctrinar o instruir. Se podría decir que vivimos en una sociedad que usa a sus poetas y artistas como instrumentos políticos, y, al mismo tiempo, como vehículos para transformar la cotidianidad en verdad y belleza. En contraposición a los gritos de Unamuno, en la actualidad, la búsqueda de la intelectualidad, la filosofía y el arte en los discursos políticos es uno de los objetivos a alcanzar.
Ya lo decía Gabriel Celaya, la poesía es un arma cargada de futuro, y también en los discursos políticos. “Poesía para el pobre / poesía necesaria / como el pan de cada día / como el aire que exigimos trece veces por minuto / para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica”.

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