‘Cuando los votos nulos cuentan’
En medicina, antes de que el propio médico o médica dictamine la enfermedad, el paciente acude a la consulta motivado por diversos dolores o patologías. A falta de más pruebas que confirmen la gravedad de la misma, de primeras se augura que algo no funciona del todo bien.
En democracia, con el proceso electoral como su máxima expresión, es un momento calve para analizar la situación de la misma analizando diversos factores: volatilidad, polarización, abstención, etc. Sin embargo, muchas veces, que no siempre, pasa desapercibido el voto nulo y la abstención, puesto que en principio no guardan mayor relevancia que el número que tienen.

A lo largo de la historia, en determinados lugares del mundo, el voto nulo ha sido utilizado como fórmula de reivindicación por parte de determinados movimientos sociales para mostrar su rechazo a los comicios, o al propio sistema que los sostiene. Si bien es cierto que siempre ha existido el voto nulo, bien por equivocación o bien por intencionalidad, suele coincidir los pronunciados aumentos de estos votos con cierto malestar por parte de algunos sectores de la población.
A continuación os menciono 2 elecciones en las que vieron aumentado el número de votos nulos considerablemente. Creo que son de gran valor por la cercanía de las mismas, tanto temporal como espacial:
Elecciones al Parlamento Vasco del año 2009
Tras la ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK-PCTV) por el Tribunal Supremo en 2008, la izquierda abertzale trató de refundar un nuevo partido que sí pudiese presentarse a las cercanas elecciones al Parlamento Vasco de 2009, no era la primera vez que realizaban esta acción.
Demokrazia 3 Milioi fue la plataforma que presentó la izquierda independentista vasca con la intención de presentarse a los comicios. Sin embargo, si su fundación fue el 10 de enero de 2009, su disolución fue un mes después, el 18 de febrero. El Tribunal Supremo, recurriendo a la Ley de Partidos, decidió suspender la candidatura de la plataforma al considerar que eran herederos de Batasuna.
Así pues, ya sin tiempo para presentar una nueva candidatura, la izquierda abertzale abogó por el voto nulo para mostrar su rechazo al sistema al mismo tiempo que sacaban músculo. Los votos nulos ascendieron de 4.000 a 100.000, lo que supuso un 8’84% del total de votos emitidos.
Elecciones Generales de España del año 2011
Estas tuvieron un carácter distinto a las elecciones al Parlamento Vasco de 2009, puesto que no estuvieron encabezadas por ningún movimiento en concreto. Los votos nulos de 2011 ascendieron a los 317.000, frente a los 165.000 que obtuvieron en 2008.
Dichas elecciones se enmarcaron en un contexto golpeado por la crisis financiera de 2008. Las medidas de austeridad incentivadas por los poderes de la Unión Europea y la implementación por parte del ejecutivo, en aquél momento el PSOE, hicieron florecer gran descontento por parte de la población que más tarde harían florecer nuevos partidos. Dichas políticas crearon cierto descontento en la población española, dado que no veían salida al bipartidismo imperante durante décadas.
Las elecciones de Cataluña del pasado 14 de febrero nos han dejado un incremento de los votos, tanto nulos como en blanco. 40.966 votos nulos se han registrado en estas elecciones, lo que supone un incremento de cerca de 25.000 votos, en 2017 eran 14.000, ocupando el 0’6% de los votos contabilizados.
Pese a que dichas cifras parecen insignificantes, echando el ojo a los dos casos anteriormente explicados, vemos que este considerable incremento suele responder a ciertas dinámicas de malestar de la población. Las causas pueden ser diversas, como por la fatiga acumulada motivada por la pandemia que parece interminable, por los pocos avances en materia emancipadora de los partidos nacionalistas o por la falta de una alternativa puramente de derechas en Cataluña.
Las causas concretas no se conocen explícitamente, lo que sí se conoce es el pronunciado aumento de dichos votos. Como dice Antoni Gutiérrez-Rubí, «los votos nulos son un S.O.S. democrático por parte de los ciudadanos». Hasta el momento no se le ha dado gran importancia a este número, pero, echando la vista atrás, vemos que sustraen un significado, o significados, de gran valor.
Por otra parte, no se pueden extraer conclusiones a la ligera sobre la gran abstención (46’46%), dada la pandemia que nos golpea y el miedo de parte de la población, posiblemente no muy convencida, a exponerse al virus. No obstante, sí que es cierto que la abstención, sumada al aumento de votos nulos y blancos, augura cierto hartazgo de la sociedad catalana hacia sus clases políticas, o bien hacia las ideas que representan.
Pese a que las elecciones catalanas y la encarcelación de Pablo Hásel no están estrechamente relacionadas, sí que es cierto que los disturbios no provienen únicamente de este hecho, sino más bien de la acumulación de un malestar creciente. Quiero mencionar un estudio publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI): Las repercusiones sociales de las pandemias. En dicho informe explican que, históricamente, las pandemias siempre han suscitado revueltas sociales y disturbios tras estos sucesos. No se deben únicamente a la pandemia, sino que hacen emerger problemáticas ya existentes, como la falta de recursos o como la incompetencia de los políticos.
Seguramente el FMI no nos sirva de gurú, pero lo que explica puede ser muy revelador dadas las circunstancias acontecidas en Cataluña. El incremento de abstención y de votos nulos puede ser un síntoma de futuros disturbios y revueltas sociales. Veremos si el tiempo les da la razón.
La democracia ha acudido a la consulta con los resultados de la analítica. Pese a estar un tanto alterados por la pandemia, muestran que algo no marcha correctamente. A falta de más pruebas (nuevas elecciones, bien autonómicas o bien nacionales), pese a que existen ganadores y perdedores de estos comicios la legitimidad de los mismos está más dañada que en 2017 y el descontento social es creciente.

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